Hace tiempo leí en un libro la siguiente historia: Cierto día, un adinerado noble oriental quiso ir de visita a un pueblo vecino. Así que le pidió al cochero que preparara su carruaje y emprendieron el viaje... exactamente en la dirección contraria a dicho pueblo. La gente en la calle, al enterarse del destino del noble, le gritaba "¡Vas en dirección contraria!", pero el noble les respondía "No importa, tengo tiempo de sobra" o "No hay problema, mis caballos son los más rápidos". Al final, el noble nunca llegó a su destino…
Ahora que lo pienso, es una historia muy mala. Pero creo que ejemplifica bastante bien este fenómeno conocido como Fe. Así como el noble, las personas con Fe tienden a taparse los oídos a las críticas, sean estas buenas o malas. Simplemente no les importa. Y esto, a mi parecer, no es precisamente una virtud.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve.
- Hebreos 11:1
Vale aclarar que en este artículo pretendo referirme a la Fe
de la forma en que es usada por la Iglesia Católica y Cristiana en general, que
es la visión que mas me concierne (Chile es un país con un alto porcentaje de
religiosidad, o eso dicen las encuestas). Pues bien, nada más empezar este
artículo me di cuenta de que tenía una falencia esencial. “Diablos, ¿Qué es la
Fe, en definitiva?” me pregunté. Todos tenemos (supongo) una idea de lo que
sería, pero por si las dudas decidí revisar un poco por la red. He
aquí un
texto del blog Ciberpastor, escrito por el Pastor Ricardo Botto sobre el tema,
y de donde saqué la cita bíblica.
¿Lo leyó? ¿No? No importa, podemos resumir el texto con
algunas de sus frases, por ejemplo esta:
“La fe nos da la seguridad de las cosas que estamos creyendo ya son nuestras”
El Pastor hace
una acotación bastante interesante. Según él, no es lo mismo fe y esperanza, ya
que la esperanza se proyecta al futuro y no es segura. Por ejemplo, si tengo la
esperanza de ganarme un premio gordo, puede que no ocurra. Pero si tengo Fe,
entonces es seguro que me lo ganaré. La fe es la certeza absoluta. De hecho, da
un ejemplo un poco macabro, a mi parecer:
“Una hermana enferma de cáncer decía: “Yo sé que Dios me sanará algún día.” Y se murió. Algunos hermanos se preguntaban porque esas palabras llenas de fe no funcionaron. La respuesta es sencilla no eran palabras llenas de fe sino llenas de esperanza.”
O sea, Dios no intervino porque la monja no supo como pedir
el favor. Hablando de burocracia…
Entonces, la fe es certeza. Bien, pero ¿Qué sostiene esta
certeza? Por ejemplo, puedo afirmar con absoluta certeza que estoy usando una
computadora para escribir esto. ¿Cómo lo sé? Porque la puedo ver frente a mí,
porque la puedo tocar y cada vez que presiono las teclas aparece el texto en la
pantalla… Claro, si nos ponemos filosóficamente fastidiosos, podríamos decir ¿Y
como sabes que tus sentidos no te están engañando? Y nos meteríamos en un tema
largo y engorroso sobre lo que es la realidad, y si vivimos en una ilusión,
etc, etc. Así que por ahora, asumamos que lo que puedes ver y sentir, si es que
no te has metido algún alucinógeno, es real. Entonces, mi certeza tiene una
razón de ser.
¿Qué pasa con la Fe? ¿Dónde está su sustento? Si entiendo
algo de este asunto, el sustento de la Fe es Dios. Pero siempre es bueno dar un
vistazo a otras opiniones, así que nuevamente revisemos la red. Ramón
Sotomayor, autor de una breve columna
en
este sitio,
dice que el sustento de la Fe cristiana es la certeza de la resurrección de
Jesús, tal como lo propuso el apóstol Pablo en sus cartas. La
Iglesia Navarra indica lo mismo, pero también nos señala que la Fe se sustenta en la palabra de
Dios. Parece que estamos acercándonos a algo. En este
otro sitio se pueden ver afirmaciones similares, junto con este párrafo, que me permito
citar:
“La esperanza consiste en un deseo y en la creencia firme en que éste se hará realidad. Cuando tenemos fe se apodera de nosotros la convicción de que nuestro deseo YA ha sido concedido. Creer es la base de la esperanza. Convicción y certeza es el sustento de la fe.”
Pues bien, parece que ya podemos hacernos una idea de lo que
es la Fe (para los cristianos) y en que se sustenta. Primero, es la convicción
de que lo que deseo ya es realidad. Segundo, se sustenta en la palabra de Dios
y en la resurrección de Jesús, y dado que conocemos la historia de Jesús a través de la Biblia, que supuestamente es la
Palabra de Dios, entonces podemos afirmar que la palabra de Dios es el mayor
sustento de la Fe.
Bien, no estaba tan errado con mi impresión inicial, así que
continuemos. ¿Cuál es, entonces, el
problema que tiene la Fe? Dado lo que hemos conversado hasta acá, el principal
problema es que se sustenta en supuestos. Primero, que existe Dios. Segundo,
que Dios se comunicó/comunica con nosotros. Tercero, que su mensaje está
íntegramente representado en la Biblia (o en sus mediadores humanos) y que no
contiene errores ni falacias, o simplemente, engaños. Si cualquiera de estos
supuestos se derrumba, la Fe pierde su sentido.
¿Por qué considero que el sustento de la Fe se construye con
supuestos? Veamos cada punto. No existe evidencia de que Dios exista, y creo
que en eso deberíamos estar de acuerdo, incluso si eres creyente. Esto no
implica que Dios efectivamente no exista, sino que existe una altísima
probabilidad de que no exista. Claro que el tema también da para mucho, y
espero tocarlo en otro artículo, así que, por motivos didácticos, supongamos
que sí existe Dios, visto como el creador de todo lo que existe. El que Dios
exista, no obstante, no implica que se comunique con nosotros, o que nos esté
vigilando. Dios podría estar en estos momentos en el otro lado del Universo y
no tener idea de lo que pasa acá, lo que a mi me haría más sentido que un Dios
bondadoso que observa tranquilamente el sufrimiento humano. También puede darse
el caso de que a Dios no le interese comunicarse con nosotros, o que no pueda.
Quien sabe.
Ok, nuevamente por motivos didácticos, supongamos que Dios
existe y que puede comunicarse con nosotros (y quiere). ¿Deberíamos suponer que
la Biblia es la mejor representación de su mensaje? Me temo que no, y puedo
decirlo por dos razones. Primero, las contradicciones bíblicas. Si tienen
tiempo y ganas, pueden darle un vistazo a
este sitio, que enumera nada menos
que 101 contradicciones,
y puede que haya más. En segundo lugar, las múltiples versiones de la Biblia.
¿Cuál de todas las versiones actuales de la Biblia es la que representa mejor
el mensaje de Dios? ¿Todas? ¿Algunas? ¿Ninguna? ¿Cómo podemos saberlo? Estas
preguntas son tema de un libro muy interesante y agradable de leer, llamado
“Jesús no dijo eso”, donde Bart Ehrman, su autor, comenta las técnicas de
análisis usadas por especialistas para determinar la autenticidad, historia, y
posibles errores de traducción (o manipulaciones) de los textos bíblicos
actuales. Como curiosidad, Ehrman empezó su “búsqueda de la verdad”
precisamente por sus creencias fundamentalistas, las que cambiaron con el
tiempo y el peso de la evidencia. Un ejemplo de honestidad intelectual.
De acuerdo a lo anterior, y si logré convencerlos,
tendríamos que afirmar que la Fe no tiene una razón sólida para existir. Su
origen tiene más en común con los sentimientos que con la lógica o la
evidencia. Pero si es así, ¿Esto le resta valor a la Fe? Alguien podría
argumentar que tampoco hay evidencia de la existencia del amor, y aun así no se
cuestiona su existencia. Respecto a esto, quiero que hagamos un ejercicio.
¿Recuerdan a su primer amor? Traten de hacerlo por un momento. Recuerden no solo a la
persona, sino lo que sentían en esos tiempos. ¿Lo tienen? ¿Recuerdan la
intensidad con que amaban en esa época? La mayoría de nosotros cuando está
enamorado pierde “la objetividad”, por decirlo así. De eso se trata el amor,
después de todo. El enamorado puede afirmar, con total convicción, que el
objeto de su amor es la persona más perfecta del mundo, a pesar de que
cualquier otro dudaría mucho en apoyar tal afirmación. El amor es ciego, dicen.
Y aunque el sentimiento es genuino, éste deforma la realidad y la pinta color
de rosa. Si lograron recordar a su primer amor, se darán cuenta de que ese
sentimiento tan intenso que parecía ser definitivo, no era tal (Bueno, supongo
que cada quién tendrá su propia experiencia, tampoco puedo saberlo, pero espero
que se entienda el ejemplo) De igual forma, la Fe es ciega. Y así como un joven
enamorado puede hacer muchas estupideces, una persona llena de Fe puede cometer
otras tantas. Nuevamente el sentimiento existe, pero no es el mejor consejero.
Retomemos esa cita que decía “La esperanza consiste en un deseo y en la creencia firme en que éste
se hará realidad. Cuando tenemos fe se apodera de nosotros la convicción de que
nuestro deseo YA ha sido concedido. Creer es la base de la esperanza. Convicción
y certeza es el sustento de la fe.”. ¿Es suficiente una creencia para hacer
una realidad? Si creo fervientemente en que ganaré un premio gordo, ¿Me
permitirá ganarlo? ¿Querer es poder? Suena bonito, pero veamos que tan cierto
es esto. Un joven desea fervientemente convertirse en un gran pianista. Lamentablemente
sus habilidades musicales son pésimas. ¿Se convertirá algún día en el gran
pianista que sueña? Quizás, pero seamos realistas. No solo le costará un esfuerzo enorme, sino
que probablemente no alcance el nivel de personas más dotadas. En este ejemplo,
podríamos decir que su deseo no fue suficiente… pero ¡Ay!, mi ejemplo tiene una
falla. Ya que alguien podría argumentar “¿No fue acaso su deseo el que le
permitió adquirir las habilidades de un pianista? De no ser por su deseo, este
joven nunca hubiese mejorado tanto…” Y esto es cierto, pero revisemos la
situación nuevamente.
¿Fue el deseo la causa de su mejora? ¿O fue la práctica?
¿Podríamos decir que fue su Fe en convertirse en un gran pianista lo que le
permitió mejorar, o fue su dedicación? Creo que estamos de acuerdo en que es el
trabajo duro el que le permitió desarrollarse, más allá del simple deseo. Pues,
el deseo es como el combustible, pero son los actos los que cambian las cosas.
Y digo esto, porque la visión religiosa de la Fe se queda en la primera parte.
No basta con tener Fe para que el mundo sea un mejor lugar, sino que hay que
trabajar en él.
Vuelvo a esta frase: “Cuando
tenemos fe se apodera de nosotros la convicción de que nuestro deseo YA ha sido
concedido”. Si el joven de mi
ejemplo hubiese tenido una Fe sólida en que quería ser pianista, según esta
frase YA sería un pianista maravilloso. Nada más absurdo. La Fe no mueve
montañas, son las personas las que lo hacen. Y el peligro de la Fe en Dios es
que no es una fe que motive a la acción, sino a la espera. El que tiene esta Fe
deja sus responsabilidades en el ser todopoderoso, que por ser tal, siempre
responderá a las súplicas, porque nada es imposible para él. Pero ¿Y si Dios no
existe?, ¿Quién se encargará de nuestros problemas? ¿Y si no es todopoderoso?
¿Y si no es misericordioso? Esta Fe se convierte, entonces, en un arma de doble
filo.
Ya para terminar, y dado que me he alargado más de lo que
esperaba, quiero señalar un asunto. Si la Fe, como afirmo, es una convicción
ciega, basada nada más que en un fuerte sentimiento… ¿Por qué ha sido promovida
con tanto entusiasmo por la religión? Volviendo al ejemplo del enamorado, si un
padre, un hermano o un amigo ve dicha persona está a punto de cometer una
estupidez por su amor ¿No intentaría detenerle? Ciertamente, un padre que ve a
su hijo embriagado por un sentimiento, hará lo posible por poner paños fríos a
la situación, invitándolo a la reflexión, aconsejándole con la esperanza de que
el muchacho pueda tomar la mejor decisión. Tanto más debería hacer la religión,
que pretende asumir el papel de guía de la humanidad. No obstante, estas instituciones
promueven lo contrario, aplauden cuando una persona deja de reflexionar, y
estimulan la entrega total e incondicional. Yo, y muchos más, decimos “¡Desconfía
cuando no te permitan pensar por ti mismo! Hay algo que no quieren que sepas” Y
sí, los motivos de la religión son bastante claros. Hablamos de una filosofía
plagada de contradicciones, porque aspira a ser divina cuando es humana, ¿No es
la Fe muy conveniente, entonces? Aquel que se entrega sin condiciones no se
permite cuestionar, y sin cuestionamiento no hay peligro.
En fin, suficiente (Me entusiasmé con el tema). Como siempre,
agradecería profundamente cualquier comentario al respecto, especialmente de
los creyentes, porque no hay nada más sano que un debate honesto.
Será hasta otra.