martes, 22 de noviembre de 2011

Sentido común ¿Donde estás?


"¿Que hace que una persona decida inyectarse silicona industrial en vez de ir a un cirujano plástico?" me preguntaba mientras esperaba el bus. Es una pregunta rara, tal vez, pero más raro es que estas cosas sucedan. Y que sucedan a menudo.

Porque seamos claros. A pesar de lo mucho que nos sorprende este tipo de situaciones, son cosas que pasan una y otra vez. Como esas estafas por teléfono, donde te dicen que uno de tus familiares (o tu patrón) a sufrido tal y cual accidente y que es imperioso que entregues una buena suma de dinero. U objetos de valor. ¿Y qué me dicen de aquella estafa en la que te pedían tu clave de la tarjeta de recarga del celular?. Es comprensible que, las primeras veces, las víctimas cayeran en el juego. Pero después de que estas tretas han salido hasta el cansancio en la televisión...

Volvamos al asunto de la silicona. Todo comenzó con una noticia de un programa matinal y con un transexual. No, el transexual no es parte de programa, ni tampoco la víctima. De hecho, es el victimario. Dándoselas de médico, ofrecía económicas intervenciones para obtener esa figura soñada. Pues, una persona se lo creyó, y nuestro médico decidió inyectarle un cóctel de su invención que incluía cemento, pegamentos y silicona industrial (¿Dije cemento? Sí señor, eso mismo)

Cuento corto, una persona a punto de morir y otra en la cárcel. ¿Es esto lo que llamaríamos un "pequeño precio por ser bella"? Y es aquí donde nació mi pregunta inicial, porque siendo su servidor una persona con una capacidad intelectual promedio, no me cuadra eso de dejarle una operación estética a una persona que se hizo caderas del tamaño del Titanic. Y casos así abundan.

Ok, entonces ya tenemos claro que las cirugías estéticas (y todas, vamos) deben dejárselas a personas calificadas, por muy tentador que sea el ofrecimiento de la vecina con su pistola para sellar tuberías. ¿Y que pasa con otras situaciones similares? Hace no mucho tiempo apareció un reportaje sobre el famoso "pepito paga doble", ese juego donde debes adivinar la posición de una figura y que debe ser una delas estafas más viejas de la humanidad. ¿Cómo es posible que aún existan personas que caigan en esos trucos? O esas personas que compran teléfonos celulares en la calle y les dan una madera. O las empleadas que entregan los muebles para que al patrón no lo lleven a la cárcel...

Yo no entiendo, realmente. ¿Es tonta la gente? No creo (no toda, al menos). Son personas relativamente normales, como usted o como yo. ¿Entonces qué? Supongo que esto es el síntoma de un mal mayor: Falta de pensamiento crítico, que en el día a día se traduce en SENTIDO COMÚN. Me temo que en algún punto de la historia actual dejamos de pensar, para actuar. No importa realmente el por qué, debemos actuar, movernos, aprovechar la oportunidad. Mejor hacer que no hacer.

Por favor, reflexione. No es tan difícil, basta con quedarse quieto y usar el cerebro. Para algo lo tenemos. Y esté atento, porque siempre habrá listillos queriendo meterle el dedo en la boca. No les facilite el trabajo abriendo la suya.

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