Leyendo la sección de opinión del diario La Tercera online, me encontré con una pequeña columna que comentaba ciertos "problemas" con la legislación antidiscriminación que fue aprobada por el Senado poco tiempo atrás y que causó algunas protestas de grupos evangélicos (que, como suele ocurrir con los grupos religiosos, creen que tienen el derecho de imponer sus ideas a todos nosotros). La columna en cuestión habla de una norma que se introdujo a la ley, la que básicamente dice que existen ciertas excepciones con este asunto de la discriminación ¿Adivinan cuales son? Si pensó en la libertad de culto, está en lo cierto.
Es decir, si un empleador no contrata a un homosexual por su condición, es discriminación. Si un sacerdote predica que la homosexualidad es inmoral, y que los homosexuales son personas retorcidas y enfermas que irán al infierno a quemarse por toda la eternidad, no es discriminación, es libertad de culto. Así, nuevamente nuestro "gobierno secular" otorga beneficios a la amorosa institución cristiana. Nauseabundo, en verdad.
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