domingo, 2 de octubre de 2011

La Ciencia nos hace humildes...


Conversando el otro día con mi querida madre, una ferviente católica, sobre la utilidad de la oración, fui catalogado como "arrogante". Arrogante porque, según ella, creo que tengo la razón en todo lo que digo y soy de mente cerrada. Y más que molestarme, me recordó tantos comentarios que he visto mientras navego por la red, leyendo sobre ciencia y religión, en los que los científicos, y la ciencia finalmente, son calificados de arrogantes. Me hizo pensar. ¿Es la ciencia una disciplina arrogante? Personalmente creo que no, y es más, tiene mucho de humildad. En este artículo pretendo argumentar este punto


El espacio infinito
La fotografía de arriba corresponde al astronauta Bruce McCandless, quien durante el año 1984 realizó esta no despreciable proeza gracias a su unidad de propulsión de nitrógeno, un artefacto similar a una mochila que usa chorros de gas a alta presión para ajustar la trayectoria y posición del astronauta. Es escalofriante ver a ese valiente en medio de la más absoluta inmensidad, con nuestro hermoso planeta a sus pies, brillando como una joya...

Mirando al solitario astronauta nos damos cuenta de que, en comparación con el planeta, un hombre es casi nada. ¿Y en comparación con el sistema solar? Menos que un grano de arena de una playa, que una hoja en un bosque. Ni siquiera nuestro planeta es el más grande dentro de su sistema, solo uno del montón. ¡Imaginen lo que somos para el Universo! ¡La humanidad completa, con sus guerras y sus logros es una breve anécdota en comparación con el Espacio infinito! ¡Ni el mayor problema de sus vidas puede compararse con esa vastedad inefable! Pero lo olvidamos fácilmente, cuando las luces artificiales oscurecen las estrellas. Es sencillo creer que vivimos en el centro del universo...

Imaginen lo que sienten los astrónomos, que se enfrentan con esta realidad todos los días. Sus mentes piensan en años luz, y los kilómetros les parecen un chiste. Miran las estrellas, sabiendo que esa luz equivale a un pasado distante ¿Y que otra cosa puedes hacer más que maravillarte y entender que formamos parte de algo impresionante y hermoso?

Piensen ahora en el microbiólogo, en el físico o el biólogo molecular. Su mirada busca en la dirección contraria, siempre hacia lo más pequeño, entrando en un mundo donde un centímetro es como un planeta. Por momentos cree que lo ha visto todo, y de pronto se encuentra con esto

Simplemente nieve...


Granos de polen
¡El mundo está lleno de estas maravillas! Cada rincón es de una exquisitez y complejidad que deja en ridículo nuestras obras más admiradas. ¿Como no sobrecogerse?

Dicen que la Ciencia es arrogante, pero no estoy de acuerdo. La ciencia cada día, a cada momento, se encuentra de frente con cosas que la dejan en ridículo. La naturaleza, el mundo, el Universo, nos recuerda que la humanidad, tú y yo, somos parte de algo inmenso. Por supuesto, la Ciencia, como toda institución humana, es proclive a la arrogancia. Pero ahí está la realidad para recordarnos quienes somos y a donde pertenecemos. No se trata de sentirse inferior, por el contrario, es un motivo de orgullo ¡Somos parte de esta magnificencia! Pero no tiene sentido ser arrogante y creer, por ejemplo, que todo lo que existe es para nuestra satisfacción. O decir que la Tierra es el centro del Universo. O que algún poderosísimo Creador se pasa toda la vida observando y criticando nuestros pequeños errores.¿Por qué no tener una posición sincera ante la vida, sin prejuicios? Observar y buscar respuestas, y siempre disfrutar lo que tenemos al frente.

La Ciencia no es arrogante. Al contrario, la Ciencia nos hace humildes, porque nos obliga a enfrentarnos a la realidad sin disfraces. Simple y pura honestidad.




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