viernes, 6 de abril de 2012

Sobre el Santo Prepucio y otros menesteres

¡Hola, Hola, contertulios! Siendo Viernes Santo, uno de esos días clave de nuestra querida mitología contemporánea, sentí la necesidad de publicar un post conmemorativo. Pero ¿Para hablar de qué?. No me parecía muy interesante destripar las inconsistencias de los evangelios, que eso ya lo han hecho muchos otros, y con mejor prosa. Así que decidí publicar sobre las reliquias, objetos sagrados de la más diversa índole, desde pedazos de madera hasta pedazos de gente.

De todos ellos, la Sábana Santa es, por lejos, de las más aclamadas. Hasta tiene su propio fanclub de "científicos de la fe", que buscan y rebuscan entre sus hilos alguna pista de la resurrección del pulento Jebús. Pero sobre eso también se ha hablado mucho. Entonces, ¿Por qué no comentar las otras reliquias? En las siguientes líneas les hablaré de algunas reliquias algo... bizarras, que no son tan conocidas, pero que quedan perfectas para iniciar una charla con alguna belleza (digo, si es que el asunto del congelador no dio resultado)

Permítanme dejar para el final la santísima reliquía que da nombre a este post (lo mejor para el final) y comenzaré hablando de otra reliquía no menos interesante: El Santo pañal. Faltaba más, si consideramos que este fue el primer trozo de tela que tocó el cuerpo del Dios vivo. Curiosamente, existen registros de muchos santos pañales, de lo que podemos deducir que el pequeño Jesús, divino y todo, no era tan diferente a otros bebes y habia que mudarlo con regularidad. Se hablaba de uno en Lérida, otro en Coria y otro en Escalona del Prado, todos en España. Pero eso no es lo interesante. Lo mejor de todo es que este pañal (o pañales) era ¡Inmune al fuego!, (Aprendan pañales desechables). Y claro, milagroso de punta a punta, de lo que también podemos deducir que Jesús excretaba poder de Dios por todos lados.

Este pudo ser el famoso pañal, pero se descubrió que era un fraude.

Otra de esas reliquias curiosas es la leche de la Vírgen Maria. No sé como uno se consigue algo así, pero ciertos personajes, entre ellos Federico el Sabio (año 1509) afirmada poseer algunas gotas de la Sagradísma leche materna. Que no se secaba, ya que era milagrosa (supongo). También tenemos la Gruta de la Leche, donde existe una roca en la que habria caído una gota de leche de la Virgen, mientras amamantaba a su retoño, y que entonces se puso blanca. Otros hablan de gotas que se convirtieron en piedras, lo que me hace pensar que, quizas, eran algún tipo de cálculo mamario, si es que tal cosa existe. Lo importante es que el tierno acto de amamantar dió paso a la Virgen de la Leche, la que se dice puede ayudar a las mujeres a ser madres, tal como lo recomiendan en este blog.

Este cuadro me gusta, porque el Sagrado Pecho sale de la clavícula. Muy natural

Y para terminar, lo que todos estaban esperando. Adjudicándose el Premio Simiesco a la más alocada, bizarra, y repugnante reliquia nunca antes inventada, el pellejito más apreciado de la historia de la Cristiandad...

¡El Prepucio de Jesús! (Aplausos y vítores se escuchan de fondo)

Ok, reflexionemos un poco, pues algo de lógica tiene todo este cuento. Jesús fue judio, y por lo tanto, tuvo que pasar por la cándida ceremonia de la circuncisión, protagonizada por un bebé de 8 días de nacido, un cuchillo de piedra y los dientes de un vejete judio, en una época donde la pasta dental no existía ni como concepto. Pasa el tiempo, y todos los eventos que ya conocemos, y el buen Jesús regresa al cielo en su nuevo cuerpo, bañado de luz divina y tal. ¿Quedó el trocito de Dios abandonado en la tierra pecadora? ¿Se reintegró a su lugar original, renaciendo en gloria y majestad? Aunque les parezca mentira, estas dudas eran un tema importante para los miles de fieles ansiosos de detalles (por la salvación del alma, evidentemente), y había que zanjarlo. No tengo que decir que se conocen hasta 13 prepucios,, repartidos en diferente templos y venerados como el original (en Roma, Charroux, Amberes, París, Bolonia, Besancon, Metz, Calcuta, y otros más). A menos que Jesús fuese de alguna especie de raza multifálica, solo uno podía ser el real... o quizás ninguno lo fuera, tal como afirma Sor Agnes Blannbekin, quien en una visión divina:

 De repente sintió un pellejito, como una cáscara de huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas lo había tragado, de nuevo sintió en su lengua el dulce pellejo, y una vez. más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces... Y le fue revelado que el prepucio había resucitado con el Señor el día de la Resurrección. (Deschner, Kariheinz, Historia sexual del cristianismo, Ed. Yaide, Zaragoza, 1993. )

¡Ñam! Así pues, con la agradable imagen de Sor Agnes tragándose el prepucio de Jesús, los dejo. Si quieres saber más sobre reliquias, les recomiendo fuertemente que lean el libro "El fraude de la Sabana Santa y las reliquias de Cristo" de Juan Eslava Galán, que es de donde saqué la información. Pueden encontrarlo aquí, con otros libros muy recomendables.

¡Buen fin de semana!

1 comentario:

  1. Que coño! no se si sentir asco, horror, admiración (por su estupidez, claro está) o simplemente reírme... la gente está demasiado loca.... me hizo mucha gracia eso del pecho saliendo de la clavícula jajaj excelente post.

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